viernes, junio 05, 2009

TODAVÍA NO HAY UNA VERDADERA CONCIENCIACIÓN AMBIENTAL


Llevaba varias semanas queriendo escribir sobre este asunto que se maneja hoy muy alegremente por políticos principalmente. Para no andarnos por las ramas, vamos a ir directamente al grano o a la semilla. 

En demasiadas ocasiones se confunde el conocimiento, la información que podemos tener sobre cuestiones ambientales con la concienciación. Hoy día la población en general lo que tiene son muchos datos, información, contrastada o no, pero se queda ahí. La concienciación es donde actúa la parte seria en la Educación Ambiental. Es decir, cuando hablamos de concienciación estamos valorando el nivel de compromiso activo de la ciudadanía. La concienciación implica necesariamente hechos, pasar a la acción. Una persona que está concienciada es imposible que se quede en el sofá de su casa conociendo los problemas ambientales de su ciudad. Una persona que está concienciada traduce su actitud ante los problemas de talas de árboles, contaminación de todo tipo, abandono de espacios, en hechos. Si no hay hechos, si no hay una reacción activa no hay concienciación. Por ello, no debemos confundir que una persona tenga mucha información y conocimiento con la concienciación. Un ciudadano puede saber mucho sobre plantas, sobre cómo afecta el abuso de pesticidas en la fertilidad de los suelos agrícolas, que varios monumentos de Sanlúcar de Barrameda, por ejemplo, son BICs (Bienes de Interés Cultural). Pero si no hay una reacción por proteger esos valores ambientales de agresiones de todo tipo, no hay concienciación.
Acantilado del Alto de las Cuevas en Sanlúcar de Barrameda
Por esa razón, por muchas papeleras que se pongan, por muchos contenedores selectivos de residuos, si no se acompaña de un programa educativo, en su más amplio sentido, poco hay que hacer. Y la educación ambiental no es cosa de dos días, ni de un mes, ni de una legislatura. La Educación Ambiental es algo que requiere un nivel de motivación bastante alto. Hay muchas fórmulas para motivar a un grupo de personas ó a una ciudad completa. Cuando la motivación se consigue, es más fácil llegar a la concienciación. Pero, por mucho que nos repitan como papagayos la historia de un monumento, la importancia de los humedales, o del camaleón común, seguiremos dando datos, pero no se estará en el camino hacia la concienciación.


Jardines del Palacio Ducal de Medina Sidonia en otoño
¿Qué es lo peligroso de todo esto?. Que la Naturaleza no espera y sigue su curso, con especie humana, o sin especie humana, con calentamiento del Planeta, o con inundación de zonas costeras. Cada uno hace lo que puede y lo entiendo hasta cierto punto. Apuntándose a un cursillo sobre Medio Ambiente, acercándose a visitar sierras y marismas observando flamencos y un falaropo picofino. Y probando en esas actividades quizás surja en alguien la curiosidad por saber más y le sirva de motivación, nunca se sabe. Aunque tristemente estas actividades quedan en meras anécdotas para el ciudadano. La Educación Ambiental es un arduo trabajo que sinceramente no está al alcance de todos. Para ejercer la Educación Ambiental se necesita una sensibilización, actitud y aptitud que no todos tienen. La Educación Ambiental tiene mucho que ver con ayudar a que la sociedad desarrolle lo mejor que tiene de sí misma. Y ahí interfieren intereses agresivos de caracteres políticos, empresariales, económicos, mafiosos. Implica un conocimiento psicosocial, pues hay connotaciones de muy diferentes culturas en una misma ciudad. Existen hasta componentes religiosos de por medio que también hay que calibrar.
Otra cuestión básica es los delitos que un Ayuntamiento  comete por no cumplir con las normativas ambientales vigentes locales, nacionales, europeas e internacionales, porque mientras se educa a la población las leyes hay que aplicarlas. Una Administración Pública  comete a veces numerosos actos delictivos por omisión del deber y por ignorancia e indiferencia.

Si se pusiera un verdadero interés por realizar programas de Educación Ambiental la realidad que nos rodea sería bien distinta en cuanto a algo más de armonía, y humanismo. Y ya se hubieran solucionado problemas ambientales que nos persiguen desde hace décadas, porque la concienciación no sólo es una actividad fisiológica, sino neurocultural.. Y me temo que una inmensa mayoría se han quedado sólo en lo fisiológico, como quien micciona (mea, para ser más claro). Y así nos vá.

Manuel J. Márquez Moy es Periodista y Especialista en Educación Ambiental

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