domingo, septiembre 20, 2009

VIVIR por Bárbara Alpuente



La frase favorita de mi madre es "esta es una época rara". Pero ella la dice en cualquier época del año. Y está en lo cierto. Pase lo que pase, sea cuando sea, esta es una época rara. Cualquier etapa de la humanidad es rara, porque estar vivo es raro, estar muerto es raro y nacer es raro. Creo que seguimos sin entender qué hacemos aquí, por qué nos vamos y por qué vienen otros. Aunque me tranquiliza saber que se trata de preguntas universales que se han formulado los habitantes del planeta en todas las etapas de la vida. La razón nos engaña y afirma que nada tiene un sentido, que la vida es así y que esto es lo que hay, sin dejar un resquicio de luz para indagar en nuestra enorme ignorancia. Es más fácil pensar que no hay nada que saber, que no hay nada que entender, que mejor nos quedamos como estamos y que cada uno es como es, sin darle al otro la oportunidad de ser de otra manera.



Y como todos pensamos que cada uno es como es, así nos quedamos. En este estado absurdo de autocomplacencia, tan cómodo y tan recogidito, por miedo a dar un paso y descubrir que quizá nada sea como parece, que nunca lo tendremos todo controlado y que tanto nosotros como las personas que nos rodean vivimos con infinidad de capacidades mermadas. A lo mejor preferimos que así sea, que nadie nos rompa los esquemas, e intentar evitar que nos visite la intuición durante el sueño, cuando por fin bajamos la guardia, para advertirnos de que el mundo nos lo estamos inventando, y encima, nos lo estamos inventando mal. Hemos dibujado un mundo estático, aburrido, gris, estrecho y hostil.




Luego nos preguntamos el por qué de las depresiones en esta sociedad, cada vez más profundas, cada vez más frecuentes. Tiene su lógica, si lo que uno recibe del exterior es el mensaje de que su misión en la vida consiste en trabajar y ver pasar el tiempo. Hemos montado una firme plataforma pensada para distraer, que no es otra cosa que desviar la atención hacia otro lado. Hacia el lado donde se ahogue la voz interior que te susurra que estás viviendo a medias, que eres mucho más que un individuo anestesiado en el sofá perdiendo minutos irrepetibles ante un reportaje sobre sandías gigantes de Huelva. Tenemos terror a escucharnos. A descifrar las claves de nuestro destino y entregarnos a un inevitable naufragio de certezas.


<<Tenemos terror

a escucharnos.

A descifrar las claves

de nuestro destino

y entregarnos a un

inevitable naufragio

de certezas>>



Vivimos sobre una fe quebradiza que se sostiene con sus últimos hilos. Los que nos negamos a pensar que, como decía alguien, el hombre es una casualidad condenada a morir, nos preguntamos cada día por el sentido de la existencia. A veces, soplan ráfagas de lucidez en las que uno vislumbra que la vida es un escenario, una representación destinada a servirnos como primer escalón para ascender. Ascender al conocimiento de los enigmas que nos trajeron aquí. Y la razón se niega a entender que no sobra un solo ser humano en el planeta. Que cada aliento es único, y aporta al mundo lo necesario para no morirnos de pena. Lo necesario para que el desasosiego no nos secuestre el alma, y sentir en la boca del estómago el latido de una granada de mano a punto de estallar. Vivir no es nada fácil, está claro. Pero vivir a medias, es insoportable.


Bárbara Alpuente es Guionista y Columnista. Es Guionista de la Serie de Telecinco "Fibrilando" y columnista de la Revista Yo Dona

2 comentarios:

  1. Anónimo8:59 a. m.

    Este texto de Bárbara debería tener mil comentarios, crear debate e incluso llegar a las aulas universitarias de todas las especialidades. Sí, exagero, pero es que no entiendo un "0 comentarios" tras unas palabras tan cuerdas que atan y cuyo roce debería producir dolor también a los demás.

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  2. Pues la verdad Carlos, que tienes razón. Inexplicable ese 0 comentarios, ante tanto estilo y tanta lucidez.
    Y en otro orden de cosas, impagable la sonrisa que se me ha despertado con ese maravilloso texto, de la "Casa de muñecas".
    Todo un descubrimiento Doña Bárbara.
    Saludos.

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