domingo, diciembre 20, 2009

ANARQUÍA por Bárbara Alpuente







Decía Enric González el otro día que existen razones de sobra para protestar e intentar cambiar las cosas pero que nos encontramos completamente paralizados. No parece que tengamos el ánimo o el optimismo de movilizarnos. Y no me refiero simplemente a manifestarnos, me refiero a ampliar un poquito nuestra estrecha mente y descubrir que los impulsos de libertad funcionan en cadena, que basta con que uno de nosotros alce la voz hacia un cambio, por sutil que sea. ¿Y cómo lo hacemos? Quizás estaría bien comenzar alterando nuestra forma de pensar. Negarnos rotundamente a la tendencia binaria en la que nos vemos sumergidos. Siempre existen más de dos opciones. Sin embargo, lo que recibimos a través de los medios de comunicación, parece aferrarse al pensamiento dual. Eres de los míos o eres de los otros. Compras este periódico o compras el otro.





Estás a favor o en contra, pro o anti. De derechas o de izquierdas. Hay un interés feroz en dividir a la población. Se abren los debates, supuestamente libres, sólo dos de las partes posibles en las que posicionarse. Culpable o inocentes, amigos o enemigos, premio o castigo, el bien y el mal. El otro día una amiga estaba preocupada porque su hijo no quería volver al colegio. Su hijo tiene cuatro años, pero la profesora le había dicho que dibujaba mal, se refería a que el niño había coloreado la figura de un sol saliéndose de la línea permitida. No puedes salirte de las barreras impuestas o estás perdido, incluso con cuatro años. Ojalá otro profesor hubiera entrado en acción para decirle a esta mujer que no sólo hay una manera de colorear, las hay infinitas, y cada niño deberá encontrar la suya. Y si esto no empieza a ser así, mal vamos.´


Pero no hacen más que repetirnos que vivimos en democracia, que la libertad es esto. No, la libertad va mucho más allá, la libertad no consiste simplemente en poder hacer lo que uno quiera (o lo que uno cree que tiene que querer) sino en aprender a utilizar las herramientas esenciales con las que hemos nacido. Consiste en ampliar recursos y conocimientos, no reafirmarnos en lo que creemos que sabemos y afrontar nuestra ignorancia para seguir aprendiendo (a ser posible sin profesores que te obliguen a volver al redil cada vez que tu voz suena distinta a la del resto).





Pero nos encontramos en el lado opuesto, conformándonos con que esto es todo lo que podemos hacer. Esto debe ser la felicidad, pese a que no me siento muy feliz. ¿Dónde esta la gente verdaderamente libre?. ¿Dónde está la gente que se pronuncia pese al riesgo de quedarse solos con sus ideas?. ¿Dónde están los pensadores libres, los científicos, los filósofos, los escritores o los columnistas que opinamos más allá del eco de quien nos da de comer?. ¿Dónde están las voces libres que se atrevan a decir lo que nadie dice?. ¿Acaso no hay nada más que decir?. Hay que animar a los niños a colorear como les dé la gana, que el sol es diferente cada día según quien lo mire. Empecemos desde hoy a dibujar fuera de las líneas. Un poco de anarquía no nos vendrá nada mal.


Bárbara Alpuente es Guionista de TV y columnista de la Revista Yo Dona

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